
El sistema escolar de Bélgica comparte varios elementos en común con el sistema chileno. En Bélgica también existen las escuelas privadas subvencionadas por el Estado (en ese país, al igual que en Chile desde 2015, deben ser gratuitos); y ambas naciones poseen un alto nivel de segregación: según los datos de PISA 2000, Bélgica francófona son, con Alemania y Chile, los sistemas con el nivel más alto de segregación.
En Bélgica, también desde la primera Constitución (1831) se proclamó la libertad de enseñanza, lo que se tradujo en autonomía de los centros educativos y una amplia libertad de elección para los padres y madres. En Chile, la libertad de enseñanza también se proclamó tempranamente, en la Constitución de 1833.
Y en ambos países fueron frecuentes las prácticas discriminatorias de parte de algunos centros educativos en la aceptación de determinados de estudiantes. De hecho, ambas naciones impulsaron políticas para aumentar la inclusión educativa y corregir la segregación. En Bélgica, las reformas se produjeron desde 2001 y buscaban una mayor heterogeneidadsocial al interior de los establecimientos, usando dos argumentos: un valor intrínseco (la concepción de la escuela como lugar donde se aprende a vivir en sociedad) y un valor más instrumental (mejor eficacia individual y colectiva). De esta forma, desde 2007 una sucesión de decretos estableció, primero, que las postulaciones a las escuelas serían por orden de llegada. Luego, se llegó a un complejo sistema de regulación local, con cupos prioritarios y fichas de inscripción única para el resto de los estudiantes; para finalmente decantar, en 2010, en un sistema centralizado de postulación, donde los padres tienen que entregar en el centro de su primera opción un formulario estandarizado, indicando por orden de prioridad hasta 10 escuelas. Políticas que el académico de la Universidad Católica de Lovaina, Vincent Dupriez, conoce de cerca, puesto que ha investigado la segregación educativa en ese país.
Dupriez también conoce de cerca el sistema educacional chileno, puesto que, entre otros, es miembro del Comité Académico Internacional del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile y participa de varios proyectos con el equipo del IE y del CIAE. Por eso, aprovechamos su visita en Chile -en la que ofreció una charla magistral a los estudiantes del Magíster en Investigación en Educación del IE-, para conversar sobre la experiencia belga en implementar dicha política y los paralelos que pueden hacerse con el Sistema de Admisión Escolar, implementado en Chile desde 2016.
-Bélgica introdujo políticas para disminuir la selección de estudiantes. ¿Cuál fue el impacto de dichas políticas en la segregación?
- Las políticas que se aplicaron en Bélgica tuvieron poco efecto en la segregación. Pero a la postre no fueron políticas contra la segregación, más bien trataron de hacer desaparecer la discriminación en el uso de la libertad de elección, sabiendo que en Bélgica los padres siempre han podido escoger escuela, que las escuelas financiadas por el Estado son gratuitas para todos y que éstas tienen la obligación de aceptar a todos los estudiantes. Lo que pasaba es que, en particular, en algunas escuelas secundarias, sobre todo en las más demandadas, había cupos para algunos estudiantes, pero no para otros. Entonces la nueva política empezó denunciando la segregación, pero no hizo muchas cosas para ir en contra de ella. Se inventó un sistema de regulación con el objetivo de garantizar que cada solicitud de matrícula a un centro educativo tuviera el mismo peso y que no hubiera privilegios. Pero tras varios años de análisis, se observó que este tipo de política no redistribuye a los estudiantes, sino que solo controla que no haya discriminación y, por tanto, solo impacta en los centros en los cuales hay más demanda que oferta. Es decir, posibilita la no discriminación, pero no cambia mucho la distribución de alumnos.
-Usted señaló que, como consecuencia de los nuevos decretos, las familias habían cambiado sus prácticas para poder, de alguna manera, burlar el sistema, porque básicamente la política no tenía suficiente legitimidad. ¿Cómo se construye esa legitimidad sobre todo con una medida que cambia las culturas instaladas?
- El tema de la legitimidad de las políticas es sumamente importante. Y ahí hay probablemente una diferencia con Chile. En Bélgica cuando se empezó con este tipo de política, el liderazgo estaba en manos de políticos de centro izquierda, quienes querían cambiar la situación. Ellos se apoyaron en la evidencia que debía que con alto nivel de segregación todos perdemos. Pero no había conciencia en la población belga. Creo que esa es una diferencia sustancial con Chile, donde los movimientos estudiantiles, desde los pingüinos hasta el estallido social, han llamado la atención de los políticos y de los líderes sobre los altos niveles de desigualdad. En Bélgica, esta medida la imaginó el gobierno, pero había poco respaldo de la población y cuando se empezó a traducir en normas muy concretas fue difícil de aceptar. Me da la impresión de que este tipo de políticas tuvo mayor legitimidad debido al movimiento social en Chile.
- Acá en Chile también la política ha sido resistida por algunas familias, que sienten que se perdió el contacto con la escuela previo a la selección o lo ven simplemente como una lotería…
- En eso sí hay similitud entre Chile y Bélgica. Es un tópico difícil cuando el Estado entra, en nombre del interés general, en aquellos ámbitos en los que por mucho tiempo hubo diálogos privados entre las familias y los centros educativos. Sin embargo, en Bélgica el gobierno va a continuar con metas no muy altas. Existe un mayor nivel de aceptación de la política, que en la práctica actúa solo donde hay más demanda que cupos; pero su impacto será leve y no terminará con la segregación, que depende de muchos factores como la segregación residencial. Y eso no se termina con un decreto.
- ¿Cuánto de la legitimidad de una política se construye a partir de los discursos que emiten diversos actores, desde las propias escuelas hasta los medios de comunicación y las autoridades?
- Los medios de comunicación tienen un papel sumamente importante. En Bélgica, la política partió por una iniciativa del Partido Socialista y del Partido Social Cristiano que veían muy mal esta situación de desigualdad y de segregación. Pero no hubo un debate público o aceptación generalizada del problema, incluso menos que en Chile. El gobierno pensó que con una ley o decreto se iba a acabar el problema, pero lo que pudimos ver fue que los adversarios de esta nueva disposición fueron mucho más estratégicos con los medios de comunicación. Ellos organizaron una gran cantidad de pequeños eventos con capacidad de convocatoria a los medios, que el gobierno no anticipó. Más tarde el gobierno reaccionó, aclarando que en determinados colegios siempre hubo estudiantes que no pudieron entrar, pero eso nunca salió en la prensa. En cambio, cuando los hijos de empresarios, médicos, etc. no pudieron entrar a esos colegios, sí empezó a salir en la prensa.
-Algo similar sucedió en Chile con los medios. El concepto de lotería también se instaló como allá en Bélgica, y el concepto se acuñó desde los medios de comunicación.
-Los especialistas del tema saben muy bien que, en Nueva York, en Boston y en la región de Flandes de Bélgica, desde hace años hay sorteo. A la postre, no es tan absurdo pensar que, si hay igualdad entre dos alumnos, la forma de seleccionar sea un sorteo. Pero en Bélgica también hubo una especie de burla de esa disposición. Entonces frente a esto el gobierno belga rápidamente la cambió y hoy el último criterio para definir en caso de aparente igualdad entre dos estudiantes es geográfico y es lo suficientemente complejo como para dirimir entre dos casos similares.
-Considerando cómo se ha llevado la discusión publica en estos dos países, ¿cuál es el desafío para el diseño de las políticas públicas, sobre todo cuando éstas cambian culturas?
- Un desafío -y es muy importante- es que, si la población percibe solo una disposición técnica, que se hace parte de su proyecto de vida y de escolaridad, entonces se va a oponer. El reto es hacer percibir estas políticas como un proyecto filosófico y político, una concepción de la vida y de la cohesión social, porque a la postre detrás de ellas hay una concepción de que la heterogeneidad social y académica en la escuela, especialmente en la escuela básica, es parte fundamental de una sociedad democrática y que podemos ganar aprendiendo a vivir con personas que son diferentes. Ese es el proyecto democrático y social detrás. Y es muy importante que el gobierno pueda promover esta imagen, más que informar que es una cuestión técnica de un formulario que funciona en una plataforma web.