Columna de opinión | En el Día Mundial del Medio Ambiente, la académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile y jefa del programa de Educación en Ciencias Basado en la Indagación (ECBI), Pilar Reyes reflexiona, en esta comuna de opinión, sobre el estado de la educación medioambiental y sus desafíos dentro y fuera de las aulas.

Hoy, más que nunca, enseñar sobre el cuidado del medioambiente no puede limitarse a una unidad en el libro de ciencias ni a una fecha en el calendario escolar. La emergencia climática nos obliga a repensar profundamente el rol de la educación en la formación de ciudadanos críticos, conscientes y comprometidos con el presente y el futuro del planeta. Y esa tarea comienza en nuestras aulas, pero no termina allí.
La experiencia de proyectos educativos que se desarrollan cuando los docentes trabajan en comunidades profesionales de aprendizaje, así como programas como el Curso e-learning de Educación en Cambio Climático y Desarrollo Sostenible -desarrollados desde el Instituto de Estudios Avanzados en Educación IE-CIAE de la U de Chile, en convenio con Programa Indagación Científica para la Educación en Ciencias - ICEC de Mineduc y Fundación Internacional Siemens Stiftung-, muestran que niñas, niños y jóvenes no solo quieren aprender sobre el medioambiente: quieren actuar. Quieren entender cómo su barrio, su escuela o su ciudad están siendo afectados, y qué pueden hacer al respecto.
Enseñar dentro del aula requiere cambiar el foco. Pasar de una lógica transmisiva a una pedagógica basada en la indagación científica, la experimentación y la conexión con problemas reales. Una actividad tan simple como enterrar un trozo de plástico y una fruta, para observar sus procesos de degradación, puede detonar una conversación profunda sobre consumo, residuos, economía y justicia climática. Esto puede generar una unidad didáctica sobre el efecto del plástico en el cambio climático y se sugiere trabajarlo de manera interdisciplinaria, integrando lenguaje, tecnología, ciencias y artes con metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos, integrada con Indagación Científica y Pensamiento de Diseño. Otro tema que es de la más alta relevancia para nuestro país, son los megaincendios forestales, que se pueden trabajar a través de modelos con Inteligencia Artificial como lo ha desarrollado el Académico del CIAE Dr. Roberto Araya.
El esfuerzo de trabajar en colaboración como lo realiza una comunidad educativa llamada “Docentes en Acción” conformada por docentes de distintas escuelas y liceos de la Región Metropolitana, se transforma en modelo inspirador de todo lo que ya están haciendo niñas, niños y jóvenes cuando se les entrega el espacio y las herramientas para actuar, por ejemplo: compostaje de residuos del casino escolar, observación de aves endémicas, rescate de especies vulnerables, estudios sobre acidificación del océano, perspectiva de género en el aula de ciencias. Este notable impacto está en que los proyectos son liderados por estudiantes, guiados por docentes egresados del Programa de Desarrollo Profesional ICEC , que cuentan con un fuerte anclaje en los desafíos de cada comunidad.
No basta con hablar del cambio climático. Hay que vivirlo como tema transversal. Integrarlo en los proyectos institucionales, en los currículos, en las salidas pedagógicas, en los vínculos con organizaciones del barrio. Hay que articular ciencia, ciudadanía y justicia. Porque el conocimiento, por sí solo, no cambia el mundo. Pero el conocimiento que se transforma en acción, sí.
Y si hablamos de acción, también debemos hablar de emociones. Se han desarrollado conversatorios con docentes y científicos en el tema de “Ecoansiedad” que pone sobre la mesa una dimensión muchas veces ignorada: cómo acompañamos emocionalmente a las y los estudiantes frente al peso del daño ecológico. Educar para la sostenibilidad no es solo explicar causas y efectos. Es también generar esperanza, sentido de comunidad y capacidad de agencia.
Educar para el cuidado del medioambiente, entonces, no es una opción. Es una urgencia. Y también, una oportunidad. Una oportunidad para repensar nuestras prácticas docentes, nuestras formas de evaluar, nuestros vínculos con las familias, nuestras alianzas con otros actores.
Educar para el cuidado del medioambiente dentro y fuera del aula no es solo una estrategia pedagógica, sino un acto ético y político. Implica transformar la enseñanza tradicional, romper las barreras entre disciplinas y espacios, y formar sujetos críticos, sensibles y comprometidos con su entorno. Desde la indagación científica hasta los proyectos sociocientíficos de acción local, desde los diagnósticos participativos hasta las salidas al territorio, cada experiencia puede ser una semilla para un futuro más justo y sostenible. La escuela, cuando se vincula con su comunidad y territorio, se convierte en el mejor lugar para comenzar esta transformación.
Pilar Reyes
Galería de imágenes
