Estudio liderado por la Dra. Lorena Ortega del CIAE y académica del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile, en colaboración con los Dres. Ernesto Treviño y Denisse Gelber, del CJE de la Universidad Católica, analizó la inclusión educacional de las niñas en clases de matemáticas, es decir, cómo impacta el género en las interacciones con el docente en las clases de matemáticas.
En el estudio, se grabaron y codificaron clases en 43 establecimientos, en su mayoría municipales de la Región Metropolitana. En total, se estudiaron 79 clases de matemáticas de enseñanza básica y media, impartidas por 57 profesores a 2.295 estudiantes. Los resultados se publicarán en la revista internacional Infancia y Aprendizaje.
El estudio utilizó técnicas de visualización de análisis de redes sociales, que se aplican para analizar desde cómo las interacciones entre amigos influyen en la participación en conductas de riesgo o la elección de determinados campos de estudio hasta el área de las ciencias políticas, para explicar cómo interactúan los países en términos comerciales. Es primera vez que esta técnica, proveniente de las ciencias sociales, se había usado para analizar patrones de interacciones en el aula. “Sirve para mostrarle al profesor sus patrones de interacción, que muchas veces tienen sesgos inconscientes”, dice Lorena Ortega, investigadora del CIAE.
Este es el primer estudio que, además, analiza las interacciones en las aulas chilenas según el género del estudiante, con análisis de video, detallando el contenido e iniciador de las interacciones y controlando por rendimiento del estudiante y su distancia física con el docente. Por interacciones se entienden aquellos intercambios con al menos un turno verbal entre estudiantes y docente. Se analizaron distintos tipos de interacciones: pedagógicas (que se centran en el proceso de enseñanza “académica”, como puede ser explicar la materia, evaluar la contribución de un estudiante o hacer preguntas respecto de los contenidos abordados); las de instrucciones (que se centran en la gestión específica de las actividades, como ordenar a los estudiantes en grupo, dictar una guía); administrativas (tomar asistencia, distribuir materiales); y de conducta (controlar, alentar y re-direccionar el comportamiento).
Resultados
Se encontró que las niñas interactúan menos frecuentemente con su profesor de matemáticas en interacciones de diverso contenido, y tanto en interacciones iniciadas por el docente como por el/la estudiante. En términos generales, se registró un 23% menos de interacciones totales iniciadas por el docente con las niñas que con los niños. Cuando se analizan solo las interacciones pedagógicas iniciadas por el docente, las niñas presentan un 21% menos interacciones, en promedio. Estas diferencias se observan controlando estadísticamente por rendimiento en matemáticas y la distancia física de cada estudiante con el docente en la sala (es decir, la fila donde se sienta el/la estudiante).
Además, las niñas presentan interacciones menos personalizadas con los docentes en las interacciones iniciadas por éstos (se observó que los docentes inician significativamente más frecuentemente interacciones de tipo privadas con los niños, es decir, sólo entre el docente y el alumno).
El desempeño académico de los estudiantes modera estas diferencias solo en las interacciones pedagógicas iniciadas por estudiantes. Es decir, se mantiene el sesgo en desmedro de las niñas de rendimiento académico alto cuando las interacciones son iniciadas por los docentes.
La inclusión de niñas entre aulas no se explica por el género del docente ni por la composición de género del curso: estudiantes mujeres no interactúan más con las docentes mujeres, ni cuando se trata de cursos mayoritariamente femeninos.
“Si bien se encontró un importante sesgo de género en desmedro de las niñas en la mayoría de las aulas estudiadas, también se encontró variación entre aulas, es decir, algunas aulas son significativamente más inclusivas de las niñas que otras. Esto quiere decir que los patrones de interacciones sexistas pueden ser modificados y que es importante aprender de aquellas aulas y docentes más inclusivos/as.”, explica la investigadora Lorena Ortega.
Vea la infografía interactiva
Implicancias
Según la literatura internacional, las interacciones que propician los docentes en el aula tienden a reflejar sus expectativas y actitudes hacia los estudiantes, las que a menudo contienen sesgo de género. Las interacciones con los docentes tienen, a su vez, efectos en los estudiantes en términos de motivación, aspiraciones y desempeño. Los resultados de este estudio sugieren que las prácticas docentes contribuyen a recrear y perpetuar los estereotipos de género, y pueden ir acrecentando la desventaja de las mujeres al afectar su aprendizaje y desarrollo, así como también las oportunidades académicas y laborales durante el ciclo de vida.
“Un primer paso para erradicar estos sesgos de género en la escuela es hacer visibles estos patrones de interacciones sexistas y sensibilizar a los docentes lo más tempranamente posible, ojalá en su formación inicial, respecto de estos sesgos, que a menudo operan de manera inconsciente”, dice Lorena Ortega.
Si bien existen muchos estudios previos respecto de la importancia de las interacciones generales en el aula para los resultados educativos de un estudiante promedio, este estudio plantea una metodología con enfoque desagregado, que permite analizar la posición relativa de inclusión o exclusión de determinados grupos de estudiantes en el aula, y lo que esto genera en términos de desarrollo de brechas de aprendizaje y equidad de resultados educativos.
“Nuestro próximo estudio investigará en qué medida la inclusión desigual de las niñas en el aula explica el significativo incremento de la brecha de género en matemáticas a lo largo de la escolaridad en Chile”, finaliza Ortega.
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